Cristo (de Manuela Infante)
Que difícil hablar sobre "Cristo" sin revelar sus recursos artísticos que la hacen tan especial. Puedo decir que pertenece a aquellas horas donde no existe ni la narrativa, ni la linealidad argumental. Mientras la obra pasa por delante de los ojos del espectador no es raro que se busquen fuentes desde los Monty Python hasta "Sueño de una noche de Verano" de W. Shakespeare, pasando tal vez por Memento y por aquellos films donde se rompe la cuarta pared (Lo cual me recuerda y hace compartir a este hermoso supercut)
La autora no busca representar por enésima vez la pasión del Cristo que ya hemos visto hasta el hartazgo desde los cuadros de la edad media hasta celuloide de Mel Gibson, pasando por musicales de Broadway, sino que intenta enseñarnos que todos los relatos son falsos y verdaderos a la vez. Para esto no solo usa a los actores (en sus papeles y fuera de ellos) sino hasta los técnicos de la obra (dentro y fuera de ella) para recordarnos que todo el tiempo que vivimos estamos actuando y a la vez estamos siendo nosotros, porque ambas cosas son lo mismo. Sobre este axioma de la dualidad la autora parece sumergirnos en un relato similar a las "Ruinas Circulares" donde nadie posee voluntad propia sino que está siendo guionizado de alguna forma. Aun cuando los actores buscan tener momentos de originalidad fuera del guión esta esperanza es desecha mostrando que todo eso es parte de la función. "All the world's a stage and all men and women merely players" ya comentaba el Bardo Inmortal hace cuatro siglos. El mundo es solo un gran escenario que enconpasa escenarios mas pequeños. Aquellos que llamamos teatros es donde suponemos que existe la ficción y al resto llamamos realidad. Pero todo es una puesta en escena. No hay banda.
Toda la ficción es indefectiblemente mentir porque los hechos nunca sucedieron de esa forma. Aún acercándonos con la mayor fidelidad histórica jamás se podrá narrar la real pasión de Cristo. La Biblia misma presenta 4 evangelios distintos para contar la misma historia! Y afuera de las escrituras existen varios más considerados apócrifos donde los hechos no compatibles con los anteriores....!
Cual es el verdadero? De seguro ninguno. No solo por la contaminación mesiánica que seguro tuvieron al ser escritos sino porque son tan solo una traducción de un relato escrito hace dos mil años y toqueteado por cientos de personas hasta que finalmente el texto que podemos leer seguro posee poca relación con la verdad histórica. Está dura acusación no es sola para el cristianismo. Todo relato es un versión parcial de un autor sobre un hecho y por lo tanto tan solo una parte de la verdad fáctica. Eso se extiende aún a las hermosas pinturas cristianas del medioevo. Sus autores nunca vieron a Cristo! El axioma 1 de la obra es: "¿conocemos la realidad?".
Indefectiblemente saber la verdad es un imposible y es mejor contentarse con saber que se está creando una representación propia. Aquí es cuando la autora chilena genera el segundo axioma que es columna vertebral de la obra....¿lo que se está representando es original? Como se sabe que alguien no lo pensó antes en algún lugar de la historia y geografía de nuestro planeta. Como crear algo original, en especial sobre un tema tan caminado como el Via Crucis? Los actores lo intentan durante toda la obra y creo que con éxito.
Respecto a las técnicas y recursos. Por lo general me molesta la improvisación guionizada, donde se trabaja de antemano para hacernos creer que todo lo que vemos sucede de forma expontánea. Es un fraude poco grato, similar a sacar una fotografía y decirnos que es una pintura. Pero M. Infante se acerca a esa técnica desde otro lado y lo convierte en eje fundamental de la obra. No existe libre albedrío en el teatro, todo lo que pasa sobre el escenario está de antemano digitado. Sí, debo reconocer, que amo los meta relatos. La historia falsa dentro de la historia dentro de la historia es para mí una delicia. También el quiebre de la cuarta pared es un recurso del cual nunca tengo suficiente. Los actores interactuando con el espectador tanto en su rol de personajes como en su rol de actores indistintamente es un recurrente durante la obra. Los pobres buscan, como Sísifo, poder escapar de las paredes y techo del relato en que están, pero es imposible. Aun cuando no actúan la obra son actores de su propio personaje. No hay escape al actuar. Vivir es actuar.
Los recursos que usan son limitados: en su mayoría cartones y videoinstalación. No existen decorados. No hacen falta dado que serían igual una mentira y el cartón es más honesto para contar esta meta-fábula.
He podido ver obras chilenas en los últimos años y es un teatro que viene tomando cada vez más personalidad. De seguro futuras ediciones del FIBA tendrán más de nuestros vecinos.